Cuentos, ensayos, debrayes y pendejadas

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viernes, 21 de noviembre de 2008

Otra mañana de aquellas


Ricardo E. Tatto

Despertaste pedo, maldito patán. Sí, una vez más hiciste de las tuyas Ricardito. Sabes que te encanta el desmadre. No sé porqué la decadencia y la perdición ejercen tanto atractivo para ti. Y sobre todo, lo disfrutas, te regodeas en ello, te revuelcas en tu propia mierda autodestructiva. Pero bueno, la razón de que seas así, es porque rápidamente olvidas los remordimientos, las recriminaciones, las consecuencias... eso es mejor dejárselo a los otros.

Así debería ser, de lo contrario, tus evasiones etílicas y canaboides serían fallidas, incumplirían con su labor solazadora, enajenante, empañadora de lucidez. Mmm lucidez. Eso no es para ti, el monopolio lo tiene Monsiváis o algún otro ratón de biblioteca cojo de la pata. A ti no te sirve de nada, ni para trabajar. Curioso, pero tus textos salen mejor cuando no buscas el iluminamiento, el deslumbre para con el lector. Sí, son chingaderas, ya te diste cuenta. Pero no me malentiendas, el periodismo cultural es así, puedes cumplir cabalmente tu labor informadora, sólo observando, pensando, divagando. Te vales de esa digresión y cuando menos piensas aparece el pelo en la sopa, el negrito en el arroz, el cantante desentonado, el actor sobreactuado, el escritor pretencioso, el filme con desastrosa elipsis, el trago mal servido...

Y sobre ellos. Te lanzas sobre los errores, escribes sobre ellos, con nombre y apellido, sin compasión. Criticar es un oficio de cabrones, y tú eres un CABRÓN Ricardo, con mayúsculas. El problema es que eso se traslada a la vida personal, a la vida cotidiana, a las imperfecciones de la gente. Pero coño, tú sabes que así somos todos, te lo sabes porque eres el peor de ellos, un mentecato hecho y maltrecho, canalla de la más baja ralea, barbaján de la pinche existencia.

No tienes remedio, sigues solazándote y sonriendo mientras te mentan la madre. Naciste sin la dosis adecuada de moral, vergüenza, respeto y... bueno, son demasiadas carencias que te podría enlistar. No tiene caso, te lo has dicho siempre, así son las cosas.

Agregaré una más: Cínico. Tienes el cinismo de escribir sobre ello, de presumirlo, de vanagloriarte de tu desfachatez humana, del desparpajo hacia la vida, hacia el mundo, hacia los humanos, hacia ti mismo. Algo se perdió en el camino, te saliste con la tuya y continuaste de esa manera, con uno que otro logro y, eso sí, mucha suerte. Naciste con buena estrella, los Hados son tus compinches de parrandas, hiciste a la Fortuna tu meretriz de cabecera, te revolcaste con ella y la convenciste de hacerla tu incondicional de vez en cuando, porque ella mismo te hizo su amante infiel. No podías ser de otro modo.

Sigues borracho, pero ya se te va bajando. Tienes sed de nuevo, ya es el mediodía, la hora cristal. Nadie está en condiciones ahora, lo sabes, todos se remamaron también, pero carecen de tus poderes especiales, escudo anticruda, memoria fotográfica -buena, aunque a veces desenfocada o paneada-, voluntad de ponerse de pie, aversión al sueño, adicción a la ociosidad, alcoholismo insaciable.

¿Y qué sigue? ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Sientes que porque ya leíste, trabajaste y escribiste un poco tienes el derecho de continuar con la interminable bacanal a la que los demás llaman vida?

Tienes la respuesta, naciste con ella maricón. No te hagas pendejo, vamos, responde, escupe algunas palabras de esa boca pastosa que huele a ron tetradjetivado, Castillo, añejo, campechano y servido. Dale Ricardito, ¡respóndeme carajo!

-Así es cabrón, ya cumplí por hoy, ya cállate y deja la verborrea. Es hora de continuar...

lunes, 16 de junio de 2008

Relatos del insomnio


Una madrugada más. Ayer me puse una peda. 10 horas seguidas bebiendo a excepción de dos pausas (una de 5 minutos y una de 15, sólo para reacomodo de escenarios y personajes). Aún así no fue una super peda, ni siquiera llegué a la etapa de naúseas o algo así, sino lo que es peor, ganas de seguir la gozadera... (Sí, material idóneo para A.A.).

Nada de crudas, ser un chaval con tos de fumador en la flor de su juventud es maravilloso. Nada es eterno, por eso hay que aprovecharlo ahora, si no, qué chiste tener superpoderes ó 23 años. Por ejemplo, hoy, una madrugada después, no tendría insomnio y me pondría a escribir pendejadas.

No se me ocurre hacer nada mejor que fumar un porro y escribir estos breves párrafos. Le hacía falta algo a este blog, un cambio de entretelones para mis dos lectores, o mínimo alguna chingadera para que a uno le dé sueño. A bientot y salú...

When the moon is the Seventh House, and Jupiter aligns with Mars...

martes, 22 de abril de 2008

Chupingo de Resurrección


10AM. Abro los ojos. ¿Qué diablos pasó ayer? ¿Qué ha pasado en los últimos días? Carajo, ¿qué chingados ha sucedido durante los anteriores 23 años? No lo sé y no quiero ni pensar en ello. La espalda me duele, me encuentro acostado sobre una tabla. A mi alrededor hay tipos tirados en el suelo. Henry se retuerce en posición fetal junto a la mesa. Al lado hay un tipo vomitado y en el piso sus jugos gástricos reposan desagradablemente.

¡Maldición! No tengo ni mi cartera ni mi celular. La tarde anterior los puse en la bolsa de Sory antes de meterme a la piscina. Sé que durmió también en La Casita pero ahora ya no está, se ha ido. ¿Y ahora qué hago? Me levanto y camino entre la guácara y los ronquidos. Salgo a la calle, mi padre vive no lejos de aquí, del otro lado de la avenida. Me encamino hacia allá.

"No se encuentra", me dice la muchacha del aseo. Sin embargo, a pesar de no conocerme me deja pasar a robarme una coca cola del refrigerador. Regreso a La Casita, no hay otra opción. Me encuentro con Gato saliendo del trono; me presta su celular. Por suerte, Sory contesta. Se ha replegado en su casa para lamerse las heridas, pero piensa volver al via crucis con mis cosas. Perfecto, a esperar.

Poco a poco los maltrechos apóstoles del mal van despertando. Los primeros en salir a la terraza somos Henry, Gato y yo. Hay mucho calor. Revisamos la nevera y sucede el primer milagro del Chupingo de Resurrección: quedan proverbialmente 3 latas de Tecate. ¡Alabado sea el santísimo!
Cuando suceden ese tipo de cosas en serio me dan ganas de creer en Jebús. O en Buda, Kali, Coahtlicue y Kukulkán; la deidad que me proporcione lo necesario para beber y fumar tiene prometida mi devoción eterna.

Las cervezas pronto se acaban y sucede el segundo milagro del día: aparecen dos botellas de vodka. "Levántate y anda", le dije a Lázaro. Y Lazarillo fue por unas toronjas y un galón de jugo de naranja. También Héctor se levanta sin que nadie se lo pida; Doña Gilda, su madre, continúa en la casa pero está por marcharse, no sin antes poner a todos a recoger el desmadre y al tipo vomitado a lavar su cochinada. Jajajá, ¡bien por ella!

Sory llega después fresca y rozagante como la virgen al pie de la cruz. Su camioneta está hecha un cochinero y pretende que entre trago y trago la lavemos. Ya ni pedo, ¿cómo decirle no a ésa mujer? Gato saca la manguera y los demás nos hacemos pendejos, pero sucede lo inevitable: empieza la guerra con agua. Todos acabamos mojados. Me sentí como en una película gringa de adolescentes mientras jugábamos al carwash.

Yo acabo en la piscina, mi piel aún me arde por la quemazón en la playa. Despabilados por los manguerazos, continuamos esperando la resurreción del bendito. Pero mientras eso pasa, hay que seguir bebiendo. Pronto llega Misty y compañía. Ya con varios apóstoles reunidos, se junta el diezmo para comprar un cartón de caguamas. 12 botellas para media docena de feligreses. Me parece buen promedio, el vodka no durará tanto como el vino en las bodas de Canaán...

Así continúa la tarde. Al crepúsculo Sory decide irse a Tekax a pesar de nuestros ruegos. Yo me acuesto un rato a dormir en la hamaca junto al conbebio. Al rato toda la cofradía ha disminuido. Es hora de marcharse. Gato tiene trabajo en el centro, así que decidimos irnos con él. En el trayecto el vomitado y Henry se bajan. Seguimos tomando en el auto, nos trajimos un par de caguamas sobrantes.

Al llegar al centro de la ciudad, antes de despedirse Gato propone que lo espere para continuar embriagándonos en algún sitio. Le digo que me quedaré por ahí a beber una cerveza mientras sale, ya que pensándolo bien he decidido ir al Mayan Pub a ver si de casualidad hay algo digno de verse y beberse. No sé porque somos unos hijos de nadie que nunca queremos regresar a casa.

No obstante, el bar se encuentra muerto como era de suponerse. Es una señal divina, ya se acabaron los milagros. Ya es hora de partir al hogar. Camino ebrio por las calles nocturnas de mi ciudad, fumando y delirando con música que mana de mis audífonos. Verdadera música celestial. Al fin se ha acabado la Semana Santa y un largo weekend de 4 días. Cuando caigo sobre la superficie de mi cama, con una sonrisa me duermo como niño dios en pascua...

miércoles, 2 de abril de 2008

Mamábado de Gloria


4PM. Arribamos a Mérida sin morir en el intento. Haber sobrevivido una vez más me da el empuje que necesito, aún no es hora. Algo me depara la existencia y tengo que averiguarlo. Extraerle la médula a la vida, follarme a las parcas sin lubricante. Qué frío.

La retahila de automóviles en la curva que desemboca en La Casita no termina de sorprenderme. Ebrios, sucios y despeinados ingresamos. Traigo el cabello suelto. Cuando me suelto la melena es que estoy en plan de Australophitecus Afarensis; es decir, la bestia ha sido liberada. Le tengo miedo a la bestia, cada determinado tiempo surge. Se ha debilitado, ya no acaba tirada bebiendo lo que esté a su alcance aun cuando no pueda ni ponerse en pie para rejurgitar. ¿O es que la bestia es más salvaje que nunca?

Como sea, quedo en shock cuando veo los 6 barriles estibados junto a las neveras. Miro a Sory y mutuamente alzamos las cejas. Te amo pero no nos hagamos pendejos. Hay un trabajo por hacer. Las jarras fluyen como si fuera boda oaxaqueña. Hay un chingo de gente. Una banda de rock ameniza la tarde con puros revivals. Perdonen mi exceso de puntuación, pero para este momento percibo el panorama como en escenas de películas. Escribo el guión de mi pasado y las secuencias como las vi ese día. Es un plano abierto y desenfocado...

Las espaldas y los hombros nos arden. Haber olvidado el bloqueador solar nos cobra su cuota. No lo pienso demasiado y Lizette nos sonsaca. Es hora del retorno a nuestro origen primordial, al caldo de cultivo que nos compone: es necesario el piscinazo. Las mujeres se cambian, yo me limito a quitarme la playera. ¡Por Dior! Me encantan los bikinis. Amo a las féminas semidesnudas y mojadas, no en afán perverso sino contemplativo, de ese que produce placer estético.

La cereza en el pastel es la bandeja inflable que flota ondulante en la piscina. De nuevo los tragos nos siguen a donde quiera que vayamos. Me parece bien, que todo fluya ininterrumpidamente, es el tercer día de borrachera y me siento pedo pero estable; traigo las riendas bien agarradas. Al diablo con mi cerveza, alguien me está convidando vino. Perfecto, ya ha oscurecido y el agua está helada. Sory tiembla a mi lado mientras fuma y moja la boquilla del cigarro con sus dedos.

Ya reanimados con el remojón, regresamos a la fiesta. En realidad nunca nos fuimos. El padre de Gato, Don Héctor, se encuentra sentado solo en una mesa. Nos acercamos a saludar. A pesar de que en varias ocasiones anteriores ya me he presentado al parecer el señor no me ubica y me espeta un saludo seco. En eso, escucha que alguien me llama "Tatto". -"¿Tu eres Tatto?", me dice con renovado interés. Sorpresivamente se levanta de su silla y ahora sí me saluda con mucho gusto. Es un ávido lector del Por Esto!, periódico donde trabajo. Al verme mojado y desgreñado, seguramente el señor no daba un quinto por mi persona. Todo cambia al saber que soy uno de los que él lee cotidianamente. ¿Por qué la gente es así? Se apresuran a emitir juicios a priori basados únicamente en la apariencia. En fin, terminamos charlando largo y tendido de diversos asuntos en materia cultural mientras bebemos entre caballeros. ¡Qué diferencia!

Pronto y para entrar en calor, una expedición furtiva se arma en dirección a la calle. Algún sensato ha decidido sacar un porro para avivar las brazas de nuestra inconsciencia. Bien, como si mi mente no estuviera ya lo suficientemente trastornada por las brumas del alcohol. Para ese punto Barbie, Rox y Raúl ya han llegado a la fiesta. Los ánimos se refrescan y la bacanal continúa. Al final de la intervención de la banda, nos ponemos "headbangers" por unos minutos mientras la madre de Gato salta y rockea con nosotros. Maravillosa señora.

Ya sentados a la mesa principal con Don Héctor, Misty la festejada y Doña Gilda, libamos sin tregua mientras la sorpresa de la noche se manifiesta en la forma de un trío de trovadores. Los tipos tocan de todo, tienen un repertorio bastante animado. Tocan unos bossanovas y hasta música cubana con sus propios arreglos. Cuando interpretan Lágrimas Negras mi mente vuela hacia Erika y bailo con su recuerdo, estrecho su cintura etérea y cuando despierto, lo único que tengo entre mis manos no es su talle sino mi trago. Llevo una semana sin saber de ella y mi mente juega con su ausencia.

Después el trío toca Desafinado, de Jobim, un bossa ad hoc para danzar sabroso mientras uno está borracho. Saco a bailar a Sory quien al principio se resiste. Pero la música se saborea al instante y nos movemos muy cerca, pegadito y suavecito como debe ser. Hemos bailado juntos muchas veces pero nunca así. Ambos suspiramos anhelantes por nuestros respectivos difuntos que ya no volverán. No los necesitamos. Al girar interminablemente me dice: "Estoy muy borracha, no puedo bailar bien". "Yo tampoco mi vida, pero qué importa, se siente chido", le respondo. En un arrebato piensa en voz alta y me confiesa: "Esto quisiera tener, alguien con quien bailar así para siempre". Le prometo que mientras ambos estemos vivos, ninguno tendrá porqué bailar solo nunca más, no importando que pase con las relaciones personales de cada quien. Me estrecha fuerte y el vaivén prosigue...

Cuando se acaba el trío, comienza la fiesta de los beodos con el ánimo desaforado. Música guapachosa, salsas, cumbias y el ineludible reggaetón. Tengo un problema: estoy pedo y me siento capaz y con humor de bailar lo que sea. Mi voluntad se ha diluido entre whiskys, rones y cervezas. Nunca bailo y todos lo saben, con excepción de cuando estoy realmente borracho. Lo malo es que todas mis amigas me hacen bulla. Ya no hay marcha atrás. Antes de que me dé cuenta, bailo con todas de aquí para allá. Bendito entre las mujeres, es hora de perrear (en el buen sentido de la palabra por supuesto).

Así se desenvuelve la fiesta y Doña Gilda sigue dando la nota alta al bailar con nosotros; todos nos divertimos como enanos. Satisfecho me siento en mi lugar: ahora sí estoy bien puesto. Puestísimo y borrachote como me gusta estar. Bebo lo que sea que me den, un trago por aquí, cerveza por allá, un cigarro acullá. Ya no siento nada, me da igual. Tengo el Síndrome del Hombre Congelado de Bukowski. Por eso me gusta ese cabrón, dio en el clavo de mi existencia.

Después muchas cosas suceden pero yo ya estoy en piloto automático. Adiós a todos, estoy pero no estoy. Abrazo la neblina etílica que pulula en las cumbres de mi cerebro. Sólo quiero estar conmigo mismo en la nada, en mi interior. Sonrío y platico. Me dejo tomar fotos; en apariencia todo está bien, pero como diría José Alfredo: "Ya va mi pensamiento rumbo a ti..."

domingo, 30 de marzo de 2008

Bebiernes Santo


10AM. Abro los ojos. Puta, sigo en casa de Sory. Ella y Naty duermen aún. A las 9 debía estar en el desayuno anual del Por Esto! al que me habían invitado, el plan era ir con Sory. Ya ni pedo, será el próximo año. Me lamento en silencio.

Me la estoy pelando, así que decido hacer algo útil y comienzo a limpiar el tiradero de la noche anterior. Lavo trastes, recojo basura y barro el suelo. Alrededor de las 12 Sory baja y me encuentra todavía con la escoba en la mano. Se maravilla de encontrar la casa limpia y a mí tan industrioso. Naty se sorprende, y agrega que era mi deber. Jajaja. Nunca cambia su carácter.

Mientras hacen el desayuno-almuerzo, decidimos irnos a acampar a la playa. Pero Naty, su hermanita, prefiere irse a Playa del Carmen, donde ella vive y trabaja. Se marcha.

Sory y yo nos disponemos a ir cuando Héctor decide unirse. Tendremos que pasar por su casa a recogerlo y luego a la mía, necesito mis cosas y saquear un poco de latería y un vino. Ya estamos en camino con el primer six de chelas y el soundtrack de la película de la noche anterior sonando en el estéreo del auto. Llegamos a Chelem y hacemos una parada técnica en mi casa del puerto para alimentarnos, mi familia está ahí. Después, cuando ya ha oscurecido un poco arribamos a Ixtul, el sitio elegido para acampar. Se encuentra después de Chunurná, cerca de los arenales.

Todo está desierto. Con no poco trabajo armamos la casa de campaña envueltos en la potente brisa marítima y la oscuridad de la noche. Lo logramos. Continúa la bebedera.

De pronto, a pesar de las velas, la luna llena aparece y logra iluminar toda la playa y deja ver nuestros rostros decadentes y grisáceos. Platicamos chido y orinamos en la arena. Perdonen mi descaro, pero qué hermoso es orinar desde un montículo de arena blanca, con el viento en el cabello, mirando el horizonte, las estrellas y la luna, totalmente en paz y serenidad. Son de esas meadas para el recuerdo...

Después de exorcizar un rato a nuestros demonios, Sory decide irse a dormir a las 2AM. La comprendo, no para todos es el insomnio etílico. Héctor y yo aprovechamos para tener una charla de caballeros que habíamos postergado. Nuestra amistad se refrenda porque nos ha aquejado la misma cruz en tiempos distintos pero no lejanos. Se puede platicar y beber chido con él y viceversa, ambos lo sabemos. Deberíamos hacerlo más seguido. Sólo un diálogo de hombre a hombre, de homo vinis a homo vinis.

Nos amanece con el corazón en la mano y la botella en la boca. Comenzamos a tomar puros secos ya para irnos a dormir contentos. Sory duerme profundamente y un menage a trois me cruza como una ráfaga en la cabeza. Pero nahhh. Mejor dormimos, que a esa mujer ni dos cabrones la levantan una vez que se acuesta. Para variar, ser un titán me perjudica: acabo durmiendo con mis pies afuera de la casa de campaña.

11AM. Sory nos despierta para ir por unas caguamas para desayunar. Luz, demasiada luz. Mis ojos color caribe no la soportan. Ya con lentes y medio pedo, me encaramo con ella en la camioneta para ir por las chelas. Condenada, se ve muy bien en bikini. Arranca y mientras retrocedemos decide girar ahí mismo y la llanta se hunde en la arena. Puta madre. Sedientos y desvelados bajo el sol del mediodía, Héctor y yo comenzamos a cavar...

Después de dos horas y un poco de ayuda logramos salir. Héctor se queda asando las hamburguesas en la parrilla. El plan prosigue según lo acordado. Regresamos con las chelas y listos para un chapuzón. Héctor se niega a pesar de tener dos días sin bañarse. Como sea, el se lo pierde. De antemano sé que ese baño en el mar es el remedio ideal para sentirnos como nuevos y seguir la fiesta. Así es. Sory y yo bebemos en el mar, la caguama nos sirve de flotador. Se siente tan a toda madre, que acabo saliendo del agua para hacerme de unos cigarros. El porro que nos fumamos antes me pone alegre. Eso es todo, pacheco, asoleado, en el agua con una mujer guapa bebiendo y fumando a nuestras anchas. Eso es vida y no pendejadas.

Salimos, comemos las hamburguesas, recojemos el campamento de prisa y nos dirigimos de nuevo a Mérida: Misty, la hermanita de Héctor, cumple años y la bacanal se encuentra dispuesta a recibirnos en cuanto lleguemos.


De nuevo ebrio, cansado, lleno de arena pero con cigarros y unas latas de cerveza bajo las piernas. Héctor se duerme en el asiento trasero y Sory conduce media peda y todavía en bikini. Si he de morir que sea en compañía de semejantes amistades. La vida es buena conmigo, me ama, a pesar de que a veces coqueteo con la muerte...

martes, 25 de marzo de 2008

Juebebes Santo


Para hoy fui convocado a un tour cantinesco, una especie de via crucis no en busca de la espiritualidad, sino de bebidas espirituosas. Antes de acudir a la cita, al mediodía tuve un compromiso en el Centro de Artes Visuales, para charlar y entrevistar a un par de fotógrafas de La Esmeralda (Escuela Nacional de Escultura, Pintura y Grabado). Al finalizar, me fumé un cigarro con ellas mientras les preguntaba si sabían de diplomados o maestrías en literatura en las diversas escuelas de Chilangolandia.

1PM. ¡Ya es la hora! El sitio elegido para honrar los días de guardar es El Gallito, justo a la vuelta del CAV. Genial, de vez en cuando tengo la suerte de aparentar ser puntual. Cuando entro a través de sus puertas de abanico, veo que Raúl espera solo con una cerveza. Lo saludo y a los 5 minutos llega José, el artífice de la irreverencia para con la semana santa. Al sentarse nos dice que Agustín no va a llegar.

Mmmta. Le marcan al celular y logran sonsacarlo. Ya está en camino. Por otro lado, Jorge llegará tarde, cuando salga del trabajo. Entretanto le timbro a Sory para saber si siempre sí va a acudir a la cita. No contesta la condenada y tampoco Rox a la que ya le he enviado un mensaje con nuestra ubicación.

Poco después ya están Agustín y Jorge. Al parecer hoy será tarde de caballeros. Los 5 charlamos sobre literatura, políticas culturales, proyectos a futuro y eventos próximos. Al parecer la Red Literaria del Sureste que conformamos tendrá un año lleno de actividades. (http://www.redliterariadelsureste.blogspot.com/)

Las botanas y los tragos van variando en cantidad e intensidad respectivamente. Hoy decidí no tomar cerveza, hay que cuidar la línea. Mi dieta del día consiste en puro ron Castillo, pintado, con mucha tinta por favor. Qué bien se siente no empanzarse, me ayuda a manejar mejor la comida deglutida a lo largo de la tarde. Unos cacahuatitos plis.

Poco a poco nos dejamos de mamadas para seguirnos mamando. Ahora se habla sobre deportes y chacoteamos sobre la vida de algunos personajes y conocidos del entorno yucateco (los hombres no chismean, chacotean). Afuera ya va oscureciendo. Qué rápido pasó el tiempo, y yo que creí que sólo nos tomaríamos unos cuantos tragos. Me dio gusto saber que la cosa sí iba en serio. Otro pintadito plis.

Como que los ánimos comienzan a decaer y José empieza a bostezar. Raúl nos acompaña pero ha dejado de beber. Agustín ya se ha marchado. Me empiezo a preocupar un poco, ya ando picado y se me hace que se van a rajar. Sin embargo, Jorge no me decepciona. También tiene intenciones serias. En verdad es el tipo más serio que conozco, todo un ejemplo, lo que sea que haga lo hace bien. Ya sea leer, escribir, trabajar, investigar o empedarse (así quiero ser de grande).

"Cómo que ya te vas José, ¿pos no tú nos convocaste al tour de las cantinas? Ándale, bebe otra copa, por haberle parado ya te entró la hueva". Lo comprendo, a mí siempre me pasa lo mismo. Por eso no dejo de beber, porque entonces me entra la dormilona o se me corta la peda y así ya se jode la cosa. ¡Y la cosa no se puede joder!

Total, que pedimos la última del Gallito. Pero Jorge de buen talante nos hace una oferta que no podemos rehusar: "Vamos al Lucero del Alba o a La Taberna, yo doy una tanda". ¡Eso maestro, así se hace! Era el impulso que necesitábamos como excusa para continuar la peda. Caminamos hacia ahí, ya es de noche en Mamérida la blanca. Lo más granado de la intelectualidad yucateca zigzaguea por el parque de Santa Ana. Qué bonito, qué bonito.

Llegamos al Lucero del Alba, que por suerte sigue abierto. Pedimos la primera ronda y nos llegan unos ricos tacos de relleno negro, flautas, papadzules y otras deliciosas viandas. Es hora de la cena y de enderezarnos con algo en el estómago. En eso, recibo un mensaje de mi padre que ya se dirigía al Gallito para curarse la soledad. Le digo que estamos en el Lucero, pero cuando entra como quien no quiere la cosa se dispone a sentarse en la barra. Con la mano le hago señas para que venga con nosotros. Tal vez al ver a puro señor se cohibió, porque a veces cuando me alcanza en algún lugar me encuentro con amigos de mi edad y esta vez fue la excepción. Sólo Raúl es un jovenazo como yo, José y Jorge tienen de cuarenta años para arriba.

Mi padre también da su tanda, así que la última copa se prolonga un par de veces más. Finalmente, el mesero se nos acerca y nos dice que ya va a cerrar. Satisfechos por haberle ganado al horario, nos despedimos en la puerta del Lucero.

Pero mi jueves aún no termina, Sory me ha llamado para ir a ver una película a su casa: 2001, Odisea en el espacio (Kubrick). Le digo que sí sin pensarlo. Ella no lo sabe, pero un par de días antes falleció Arthur C. Clarke, el autor del cuento The Sentinel en el cual se basó el guión de la película. En fin, decido lanzarme a su casa para terminar de emborracharme viendo buen cine.

Al llegar a casa de Sory, me di un duchazo, fumamos un porro y fuimos por el trago, otro Ron Castillo para no variar la ingesta del día. Al parecer iba más gente a "ver" la película, pero ¡oh contrariedad!, en el Blockbuster no tienen 2001 Odisea en el espacio. Maldición. Ni modo, pero en su casa hay un buen de películas suyas, mías y de otros. Nos pusimos a conectar el cañón y mover su sofá para emular el cine.
La película elegida fue Hedwig and the angry inch (John Cameron Mitchell), genial musical de rock que a través de mí lo conocieron Torte y Gato una noche en que estábamos pedos y los convencí de ir a verla al Cineclub Goya. Paulatinamente se volvió del gusto de toda la banda en general, por lo que en unos meses todos la vieron y todos bajaron el soundtrack y todos se saben las canciones y todos quieren ser transgénero...

La cuestión es que después de verla llegaron más contertulios con sus respectivas dotes, por lo que la peda continuó apoyada audiovisualmente por videos de You Tube y fragmentos de películas. En determinado momento todas las mujeres se pusieron a bailar con la música de The Rocky Horror Picture Show: "I´m a sweet transvesti, from transexual, Transilvaniaaaaaaaa". Creo que tenemos una parafilia cinematográfica consistente en iconizar las sexualidades más diversas y flamboyantes (o sencillamente nos gusta loquear).

Debo admitir que también canté esa rola, aunque cuando siguieron bailando bajo las instrucciones de Time Warp definitivamente me rendí y seguí bebiendo con los machos presentes -eso sí, tomé fotos a las retaguardias danzantes de las chicas que gustosas posaron-. Mas o menos así siguió la noche, hasta que todo se fue consumiendo y el amanecer llegó. De nuevo me encontraba atrapado, ebrio, cansado y sin cigarros...