Cuentos, ensayos, debrayes y pendejadas

jueves, 13 de marzo de 2008

Cuántas formas de evadirte (o de al menos intentarlo)


No puedo dejar de pensar en ti. Esta tarde, una más de tantas, se la has robado a Dostoievsky, a los miles de albumes de jazz que esperan ser escuchados y hacerme sentir el blues del hombre, a los insulsos reality shows que por más que lo intento no pueden distraerme de ti, a los churros que en lugar de animarme me han puesto introspectivo y, por ende, más vulnerable.

Esta tarde, una más de tantas, me he propuesto evadirte con resultados irregulares. Generalmente en las mañanas puedo ocuparme lo suficiente para no dedicarte más de dos o tres pensamientos; pero a medida que llega la tarde, el soponcio del calor y la digestión me restan alegría, ánimo, y paulatinamente me sumergen en el silencio de la abstracción, de los pensamientos que chocan entre sí desaforamente, mientras intento alcanzar esa zona de evasión que es la siesta. A veces logro hacerlo. Hoy no.

No puedo dejar de pensar en ti. Sabes que sufro de ansiedad. Cuando se me acaba el aliento y la arritmia me engaña al sentir que muero por instantes, confundo esos sintomas y enciendo un cigarro. Maldito vicio. Bendito tabaco que ayuda a evadirme. La opresión en el pecho no es un sentimiento, es sólo que necesito un toque. Una boquilla que me haga exhalar besos alquitranados.

Esta tarde, una más de tantas, me obsesiono por el afán del olvido, del no me acuerdo, del no me olvido que no quiero acordarme ni de ti, ni de mi, ni de ambos, ni de todo. Ya sabes cómo me gustan los juegos semánticos, aunque no sea bueno con ellos. Maldita. Te odio porque lees, porque vives la literatura al igual que yo. En un país de pocos lectores, la literatura había sido mi cobijo, refugio compartido tan sólo por unos cuántos. Pero ahora ni siquiera ese último resquicio de mi intimidad permanece inviolable por tu presencia. Que si tus ojos ya pasaron sobre las mismas letras, que si cierta cita te gustaría, que si una línea en especial me tendió una zancadilla que me hiciera caer de bruces frente a ti, que si el talle de la protagonista me recuerda al tuyo, que si muchos de tus argumentos se ven respaldados -y refutados- página tras página. Dialogo contigo, discuto contigo, me revuelco contigo, me peleo contigo sin que lo sepas. ¡Coño! Ya lárgate de mi libro. Déjame. Quiero estar solo.

No puedo dejar de pensar en ti. Soy un egoísta. Lo que era sólo mío me lo has robado. No me gusta compartir mis evasiones, pero lo hice. Ahora, ¿adónde puedo marcharme? Si bebo en demasía de repente te apareces nadando desnuda en el fondo de mi vaso, a veces desapareces con tan sólo remover los hielos... Si ando borracho y suena una canción de esas que odio, de la nada me pueden dar ganas de bailar contigo y eso que no me gusta y no sé bailar. Eres una metiche. Ya salte de mis fantasías etílicas.

Esta tarde, una más de tantas, recurrí a la música. El jazz ya no me estaba funcionando, así que puse música cubana guapachosa pa´alegrarme el espíritu. Mambos de Benny Moré y Pérez Prado, salsa de Omara Portuondo. Maldita sea, justo cuando me empezaba a animar, caigo en la cuenta de que también tienes relación con sus lágrimas negras... ¿Hay algo en lo que no te hayas metido? ¿Algo que no compartamos? Lograste lo que a muchas otras ilustres difuntas les faltó: meterse en los cimientos y la estructura que no sólo conforma mi ser, sino el diseño sobre el que he construido mi vida.

Por eso hoy decidí recurrir a la escritura, un espacio menos tocado por ti afortunadamente, porque si no me quedara al menos eso, ya no me quedaría nada. Sin embargo, héme aquí escribiendo sobre ti. Irónica contradicción, al igual que tú, que ambos, que todos. Aún así, me da gusto saber que ya lo voy logrando. Menuda broma cósmica la de escribir sobre ti para ya no pensarte. De esas bromas en las que no sabes si reír o llorar. Jajajá. Sniff.

Unas más de tantas, esta tarde, ya va llegando a su fin. El crepúsculo está cerca, y la hora de ir al cine de arte también. Iría con alguien más, pero hoy me siento con valor. Iré solo y fumaré un porro antes. Ojalá la protagonista no se parezca a ti, ni suene como tú, ni huela a tu cuello enmarañado en cabellos vaporosos. ¡Por Dior, que no se llame igual! Quiero seguir engañándome, ¿es eso mucho pedir?

Esta tarde, una más de tantas, no puedo dejar de pensar en ti.

3 comentarios:

Kitsune dijo...

Por fin post nuevo!

Muy bueno, btw

Anónimo dijo...

Been there...

Anónimo dijo...

see, escribir .... todos tenemos esa necesidad aunque algunos no se atrevan o no sepan las palabras adecuadas, pero es un buen ejercicio para un periodista ...