"And i'm not sorry for the things I've done/
And i'm not looking for just anyone/
And i'm not sorry for the things i´ve said/
There's a wild man in my head,
There's a wild man in my head"
by Morrissey
Dices que ésta no es una canción de amor porque no te amo, porque no sientes que esté enamorado de ti, porque no te lo demuestro con mis acciones.
Yo digo que eres muy inteligente, pero que no sabes nada de nada mi vida. Las heridas del pasado y sus cicatrices te han curtido el corazón y la mente, ya que tu ceguera emocional te impide ver las mil y una razones que te contradicen en todos los aspectos posibles.
Siempre lo he dicho, eres muy mujer, demasiado mujer. Por eso me gustas. Y por lo mismo, cometes errores claramente mujeriles, como el de pensar que porque no me comuniqué contigo en 30 horas -ni siquiera dos días-, eso significa que ya no te quiero, que no pensé en ti, que te estaba evadiendo, que no me importas en lo absoluto.
Te esfuerzas en desechar mis excusas por simples -y por lo mismo válidas- para imaginar toda suerte de falsas quimeras e inventar motivos sórdidos para tratar de explicarte a ti misma mi ausencia. Pero no es así. Entiéndelo bien y fíjatelo en la cabeza: estaba en la playa, con la bermuda mojada, el celular lejos en el auto estacionado y sin crédito para responder a tus llamados. Mis amigos llevaban dos días de parranda y por lo mismo se quedaron sin carga en sus móviles. Lo mismo me pasó a mí poco después. ¿Te has puesto a pensar que después de tantas llamadas que me hiciste el celular se quedó sin pila?
Pero bueno, eso no importa. Tal vez fue mi error no haber encontrado otro medio para comunicarme contigo. Sin embargo, es tu grandísimo error creer que por una situación aislada como la anterior yo ya no soy el tipo que ha estado contigo durante meses.
Sigo siendo ése mismo hombre que una noche quedó maravillado cuando le lanzaste una rosa desde un taxi en movimiento. La atrapé con la mano izquierda, la que está más cerca de mi corazón. Continúas sin entender que mi vida -y mi amor- está compuesto de pinceladas del recuerdo, de esos momentos en apariencia insignificantes que se han quedado tatuados en mi memoria. Si esa rosa se encuentra guardada entre los pétalos de El amor en los tiempos del cólera, no era algo que debías saber. Son cursilerías mías. La página, el parráfo y el libro en el que está reposando, tienen un simbolismo que sólo es importante para mí. Sigo siendo ése mismo hombre que una noche de luna llena de diciembre, bailó contigo y con John Coltrane bajo la luz nocturna, girando en una espiral interminable, con un aliento largo y profundo, más no por ello sosegado con tu cercanía. Supe en ese momento que era algo que debía grabarme para recordarlo siempre; ninguna mujer había hecho realidad mi fantasía romántica y jazzera como tú lo hiciste en un segundo y sin siquiera proponértelo. Fue tu mérito, iniciativa tuya nada más.
Sigo siendo ése mismo hombre que volvió a sentir la poesía gracias a ti, porque a pesar de nunca haber dejado de leer versos, cada vez los percibía más distantes. Simplemente no me llegaban, no como mi amada prosa y mi querida narrativa. Pero un día en el que tú ya estabas dentro de mi vida, al recorrer con mis ojos varios poemas, algo cambió en mis lecturas. Volviste a despertar a mi Yo dormido, al amante, a ése que sepulté hace mucho tiempo, que se quedó sin madurar sus emociones desaforadas preparatorianas. Revivió el poeta que se lamía las heridas oculto dentro del viejo cínico que tú conoces.
Sigo siendo ése mismo hombre al que le quitas el sueño con tu risa traviesa, con tus agudezas mentales, con tus miradas expresivas, con tu inteligencia deslumbrante, con tus lágrimas dolorosas, con tus citas y lecturas, con tu olor que me marea, con tu humor negrísimo, con tu sabor que me intoxica, con tus contradicciones, con tu trasero de mármol griego, con tu sinceridad hiriente.
Sigo siendo ése mismo hombre que te escribe, que te lee, que te imagina, que te siente en plenitud. El que te encuentra en el paraíso de la abstracción literaria, el refugio inviolable de la perra vida, del sucio mundo y sus entiznados habitantes que se solazan en su propias excreciones miserables. Ahí, las personas pueden ser seres prístinos, puros y creadores, transformando su alrededor a su antojo, aportando cada uno su contribución a la belleza, al arte.
No seas tan pronta a desechar y desestimar estas cuestiones, no son fantasías ni tonterías de un enamorado o de un idealista romántico. Ése lugar existe: éste cabrón hijo de puta lo ha atisbado en ocasiones. Al final del día, lo mejor que podrá ofrecerte cualquier persona será la llave, la concepción de ese sitio fuera de lo tangible en donde nunca estarás sola, en el que siempre podrás encontrarme reordenando las palabras con cincel y martillo, escribiéndonos un par de tragos para beber mientras diseño un árbol que nos refugie en su sombra, una cajetilla, un encendedor y, si la historia lo amerita, una cama temblorosa por el huracán de nuestros estertores que se aproxima...
Maldita, ¿con quién más habría de compartir eso? La que sigue siendo ésa misma mujer que una noche me maldijo gritando en pleno éxtasis. Sólo para nosotros -un par de locos esperpentos jodidos por la postmodernidad- maldecirnos constituye una muestra de cariño o pasión. Carajo, hace falta uno para comprender al otro. Dirás que me equivoco, no podría esperar menos de ti. Pero no; tienes razón, no te amo. Amor es una palabra muy débil para lo que siento. Te amro, te amoa, te ammo, te mamo, te amao, te omao o algo así.
Puedes creerlo o no, eso no es lo importante. Es algo mío. Me sirve en la vida cotidiana y no se trata de convencerte. No es mi problema. Como dice en El Origen del Amor: "Niégame y serás condenado". O, como diría Annie Hall: "Oh bueno, la-di-da, la-di-da..."
1 comentario:
Si la amas todavía no deberías doblar los brazos y no deberías tampoco dejarte llevar por solamente la pasión...aunque sabiendo lo que la amas es comprensible que en el fondo busques una salida falsa...
ámala, búscala y no cometas los mismos errores...ni con ella, ni con nadie.
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